La dignidad humana como pilar fundamental de nuestra sociedad. Cada argentino merece respeto y oportunidades...
Una justicia independiente, imparcial y accesible para todos. Sin privilegios, sin excepciones...
Igualdad de oportunidades para todos los argentinos. Sin importar origen, género o condición social...
Un gobierno transparente que rinda cuentas. La información pública debe ser accesible para todos...
El derecho a una vivienda digna para cada familia argentina. Programas de acceso y mejoramiento habitacional...
Un progreso inclusivo que beneficie a todos. Desarrollo económico con justicia social...
Compañeros y compañeras, la dignidad no es solo una palabra bonita que se pronuncia en los discursos. La dignidad es el derecho fundamental de cada argentino y argentina a vivir con la frente en alto, sin tener que mendigar oportunidades, sin tener que humillarse para conseguir trabajo, sin tener que elegir entre comprar medicamentos o alimentos. Durante décadas, hemos visto cómo los gobiernos neoliberales han pisoteado la dignidad de nuestro pueblo. Han convertido a los trabajadores en números, a las familias en estadísticas, a los sueños en utopías inalcanzables. Pero nosotros creemos en algo diferente. Creemos que cada persona que nace en esta tierra bendita tiene derecho a una vida digna. La dignidad se construye con trabajo genuino, con salarios que alcancen para vivir, no para sobrevivir. Se construye con un sistema de salud que no discrimine por el grosor de la billetera, con una educación pública que sea la mejor del continente, con jubilaciones que permitan a nuestros mayores disfrutar de los años dorados que tanto se merecen. Cuando hablamos de dignidad, hablamos de que ninguna madre tenga que llorar porque no puede darle de comer a sus hijos. Hablamos de que ningún joven tenga que emigrar porque en su propio país no encuentra futuro. Hablamos de que ningún trabajador tenga que aceptar condiciones laborales inhumanas por miedo al desempleo. La dignidad es también cultural, es el orgullo de ser argentinos, de nuestra historia, de nuestros próceres, de nuestros artistas, de nuestros deportistas. Es saber que somos herederos de una patria grande, que nos dieron San Martín, Evita, Perón, y que tenemos la responsabilidad de legarla mejor a las generaciones futuras. En 2027, vamos a recuperar la dignidad perdida. Vamos a demostrar que es posible un país donde la solidaridad sea más fuerte que el individualismo, donde la justicia social sea más importante que la ganancia desmedida, donde cada argentino pueda decir con orgullo: "Vivo en un país que me respeta y me valora". La dignidad no se mendiga, se conquista. Y juntos, la vamos a conquistar.
La justicia es el pilar sobre el cual se construye una sociedad verdaderamente democrática. Sin justicia, no hay paz social. Sin justicia, no hay confianza en las instituciones. Sin justicia, la democracia se convierte en una cáscara vacía donde solo prevalece la ley del más fuerte. Hemos sido testigos de cómo la justicia ha sido utilizada como herramienta de persecución política, como instrumento de venganza, como mecanismo para proteger a los poderosos y castigar a los humildes. Hemos visto cómo se fabrican causas, cómo se manipulan expedientes, cómo se dictan sentencias escritas en los despachos del poder económico. Pero la verdadera justicia es ciega ante el poder, sorda ante las presiones, inmune ante las tentaciones. La verdadera justicia protege al débil del fuerte, defiende al trabajador del patrón abusivo, ampara a la mujer víctima de violencia, resguarda los derechos de los niños y las niñas. Necesitamos una justicia que llegue a todos los rincones de la patria, que no sea un privilegio de las grandes ciudades. Una justicia rápida, eficiente, que no se demore años en resolver conflictos que podrían solucionarse en meses. Una justicia que hable el idioma del pueblo, que no se esconda detrás de tecnicismos incomprensibles. La justicia social es también justicia. Es justo que quien más tiene, más aporte. Es justo que los recursos del Estado se destinen prioritariamente a quienes más lo necesitan. Es justo que las empresas que se enriquecen con el trabajo argentino, contribuyan al desarrollo argentino. Vamos a crear un sistema judicial independiente de verdad, no de palabra. Jueces que respondan solo a la Constitución y a las leyes, no a los intereses de turno. Fiscales que investiguen sin miedo y sin favor. Defensores públicos que realmente defiendan a quienes no pueden pagar un abogado privado. La justicia no puede ser un lujo, debe ser un derecho. Y como derecho, debe estar al alcance de todos los argentinos, sin distinción de clase social, origen étnico, orientación sexual o credo religioso. En 2027, la justicia volverá a ser la casa de todos los argentinos, no el refugio de unos pocos privilegiados.
La igualdad no es uniformidad, es oportunidad. No se trata de que todos seamos iguales, sino de que todos tengamos las mismas posibilidades de desarrollar nuestro potencial, de perseguir nuestros sueños, de construir nuestro destino sin que el lugar donde nacimos o la familia en la que crecimos determinen para siempre nuestro futuro. En Argentina, la igualdad tiene nombre y apellido: se llama justicia social. Es la convicción profunda de que nadie debe quedar atrás, de que el progreso de unos pocos no puede construirse sobre el sufrimiento de muchos, de que una sociedad solo es verdaderamente próspera cuando todos sus miembros pueden participar de esa prosperidad. Hablamos de igualdad de género, porque las mujeres argentinas han demostrado una y mil veces que pueden ocupar cualquier cargo, desempeñar cualquier función, liderar cualquier proyecto. Desde Evita hasta las Madres de Plaza de Mayo, desde las científicas que brillan en el mundo hasta las trabajadoras que sostienen la economía familiar, las mujeres han sido protagonistas indiscutibles de nuestra historia. Hablamos de igualdad de oportunidades para nuestros jóvenes, sin importar si vienen del barrio más humilde o del más acomodado. Cada chico y cada chica que nace en territorio argentino debe tener acceso a la mejor educación, a la mejor salud, a las mejores oportunidades de desarrollo personal y profesional. La igualdad también es territorial. No puede ser que nacer en el interior profundo signifique tener menos oportunidades que nacer en la Capital Federal. Cada provincia, cada municipio, cada pueblo de nuestra patria debe tener acceso a los mismos servicios básicos, a la misma conectividad, a las mismas posibilidades de crecimiento. Defendemos la igualdad de derechos para todos los argentinos, sin distinción de orientación sexual, identidad de género, origen étnico o credo religioso. Argentina es grande porque es diversa, porque en esta tierra conviven distintas culturas, distintas tradiciones, distintas formas de entender la vida, y todas ellas enriquecen nuestro patrimonio nacional. La igualdad económica significa que el trabajo sea remunerado dignamente, que la distribución de la riqueza sea más justa, que los beneficios del crecimiento lleguen a todos los sectores sociales. No puede ser que mientras algunos acumulan fortunas obscenas, millones de argentinos no puedan acceder a una canasta básica de alimentos. En 2027, vamos a construir una Argentina más igualitaria, donde el mérito y el esfuerzo sean recompensados, pero donde nadie parta con ventajas desleales. Una Argentina donde todos tengamos las mismas oportunidades de ser felices.
La transparencia es el oxígeno de la democracia. Sin transparencia, las instituciones se corrompen, los funcionarios se creen dueños del poder, y los ciudadanos perdemos la confianza en quienes elegimos para representarnos. La transparencia no es solo mostrar los números, es abrir las puertas del gobierno para que el pueblo pueda ver, controlar y participar. Durante demasiado tiempo, hemos visto cómo se ocultan las decisiones importantes detrás de puertas cerradas, cómo se firman contratos millonarios sin licitación pública, cómo se reparten cargos entre amigos sin concurso, cómo se toman medidas que afectan a millones de personas sin consultar a nadie. La transparencia significa que cada peso del presupuesto nacional debe ser público, accesible, comprensible para cualquier ciudadano que quiera saber en qué se gastan sus impuestos. Significa que cada contrato del Estado debe estar disponible en internet, con todos sus detalles, para que la sociedad civil pueda ejercer el control que le corresponde. Vamos a crear un gobierno de puertas abiertas, donde los funcionarios rindan cuentas periódicamente ante la ciudadanía, donde las reuniones con empresarios y lobistas sean públicas, donde las declaraciones juradas de los funcionarios sean realmente verificables y estén actualizadas. La transparencia también es informativa. El pueblo tiene derecho a saber qué está pasando en su país, cuáles son los problemas reales, cuáles son las soluciones que se están implementando, cuáles son los resultados que se están obteniendo. No más ocultamiento de estadísticas, no más manipulación de datos, no más mentiras disfrazadas de verdades oficiales. Queremos medios de comunicación libres e independientes, que puedan investigar sin presiones, que puedan criticar sin persecución, que puedan informar sin censura. La libertad de prensa es fundamental para la transparencia democrática, y vamos a garantizarla sin condicionamientos. La transparencia judicial es igualmente importante. Los ciudadanos tienen derecho a saber cómo se designan los jueces, cuáles son sus antecedentes, cómo fundamentan sus decisiones, cuánto tiempo demoran en resolver las causas. La justicia no puede ser una caja negra donde nadie sabe qué pasa adentro. En 2027, vamos a demostrar que es posible gobernar con las cartas sobre la mesa, que la transparencia no es enemiga de la eficiencia, sino su mejor aliada. Un gobierno transparente es un gobierno más fuerte, porque cuenta con la confianza y el apoyo de su pueblo.
La vivienda no es una mercancía, es un derecho humano fundamental. Tener un techo propio no puede ser un privilegio de pocos, debe ser una realidad alcanzable para todas las familias argentinas. Porque una casa no es solo cuatro paredes y un techo, es el lugar donde se construyen los sueños, donde crecen los hijos, donde se forja el futuro de la patria. Hemos visto cómo la especulación inmobiliaria ha convertido el acceso a la vivienda en una pesadilla para millones de argentinos. Precios que se disparan sin control, alquileres que consumen la mitad del salario familiar, jóvenes que no pueden independizarse porque no encuentran nada accesible, familias enteras viviendo hacinadas porque no tienen otra alternativa. Pero nosotros creemos en un modelo diferente. Creemos en un Estado presente que garantice el derecho a la vivienda digna. Vamos a relanzar los programas de vivienda social con una escala nunca vista, priorizando a las familias trabajadoras, a los jóvenes que forman pareja, a las madres solteras que luchan solas por sacar adelante a sus hijos. No hablamos solo de construir casas, hablamos de construir barrios con alma, con escuelas, con centros de salud, con espacios verdes, con transporte público, con comercios de proximidad. Porque una vivienda aislada no es una solución integral, necesitamos comunidades donde las familias puedan desarrollar una vida plena. Vamos a crear un banco de tierras públicas para que el Estado recupere su capacidad de planificar el crecimiento urbano, para que no sean solo los desarrolladores privados quienes decidan cómo crecen nuestras ciudades. La tierra urbana es un bien social, y como tal debe estar al servicio del interés general, no de la ganancia de unos pocos. Los programas de mejoramiento habitacional también serán una prioridad. Miles de familias viven en casas que necesitan refacciones, ampliaciones, conexión a servicios básicos. Con créditos blandos y asistencia técnica, vamos a ayudar a que cada familia pueda mejorar su hogar, porque todos merecen vivir con dignidad. Para los jóvenes, crearemos líneas de crédito especiales con tasas subsidiadas y plazos extendidos, para que la primera vivienda no sea una utopía sino una meta alcanzable. Queremos que nuestros hijos puedan formar familia y tener su hogar en Argentina, no que tengan que emigrar para cumplir ese sueño básico. En 2027, vamos a demostrar que es posible resolver el problema habitacional cuando hay voluntad política y recursos bien dirigidos. Cada familia argentina tendrá la oportunidad de acceder a una vivienda digna, porque ese es el compromiso que asumimos con nuestro pueblo.
El progreso verdadero no se mide solo en números fríos de crecimiento económico. El progreso verdadero se mide en sonrisas de niños bien alimentados, en jóvenes que encuentran trabajo digno, en familias que pueden proyectar su futuro con esperanza, en un país que mira hacia adelante con confianza en sus propias fuerzas. Hemos visto modelos de progreso que solo benefician a unos pocos, que concentran la riqueza en las manos de siempre, que dejan atrás a millones de argentinos. Ese no es nuestro modelo. Nosotros creemos en un progreso inclusivo, donde el crecimiento económico vaya de la mano con la justicia social, donde la innovación tecnológica sirva para mejorar la vida de todos, no para reemplazar trabajadores. El progreso argentino debe estar basado en nuestras fortalezas: tenemos los recursos naturales, tenemos el capital humano, tenemos la creatividad y la capacidad de trabajo. Lo que necesitamos es un proyecto nacional que articule todas estas potencialidades en función del desarrollo integral de nuestra patria. Vamos a impulsar la industrialización con valor agregado, para que no exportemos solo materias primas sino productos terminados que generen más empleo y más riqueza en territorio argentino. Cada tonelada de soja, cada kilo de litio, cada metro cúbico de gas debe generar la mayor cantidad de trabajo argentino posible. La ciencia y la tecnología serán pilares fundamentales de nuestro modelo de progreso. Argentina tiene científicos de nivel mundial, tiene universidades públicas de excelencia, tiene capacidad de innovación. Vamos a crear las condiciones para que nuestros investigadores no tengan que emigrar, para que puedan desarrollar aquí los proyectos que cambien la vida de los argentinos. El progreso también es social. Significa que cada niño que nace tenga mejores oportunidades que sus padres, que cada generación pueda aspirar a vivir mejor que la anterior. Significa educación de calidad, salud accesible, cultura al alcance de todos, deporte como herramienta de integración social. Queremos un progreso sustentable, que cuide nuestro medio ambiente para las generaciones futuras. Argentina puede ser líder mundial en energías renovables, en producción de alimentos saludables, en turismo responsable. El cuidado del planeta no es enemigo del desarrollo, es la condición para que ese desarrollo sea duradero. El progreso federal es fundamental. No puede ser que solo Buenos Aires progrese mientras el interior se despuebla. Cada provincia, cada región tiene sus potencialidades específicas, y vamos a desarrollarlas todas. Un país equilibrado territorialmente es un país más fuerte y más justo. En 2027, vamos a demostrar que Argentina puede ser protagonista del siglo XXI, que podemos combinar crecimiento económico con justicia social, que podemos ser modernos sin perder nuestra identidad, que podemos progresar sin dejar a nadie atrás.